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viernes, 1 de abril de 2011

Educando al ignorito de Elemaco. Por ELE

Me encuentro en una encrucijada.

Resulta que las vueltas de la vida me tienen preparando una clase sobre un tema sobre el que, no tengo mucha vergüenza en admitir, sé bastante poco (los únicos que no deben saberlo son mis alumnos!). A saber: cual ha sido la evolución reciente de la educación en Argentina

Habiendo cursado mi primaria y secundaria en el marco de la reforma educativa de la década del noventa, la historieta que se marcó a fuego en la mente de este joven e inocente economista es la de la permanente decadencia de la calidad educativa argentina, historieta que no hace más que reforzarse cada vez que consulto la opinión de algún over-40.

“Mira” me dice, casi sin excepción “Cuando yo era chico….” Tras lo cual empezará una narración que, indefectiblemente comenzará con el recuerdo de un pasado glorioso frente al espantoso escenario que viven los jóvenes de hoy.

Preparábame entonces para plasmar esta idea en el PowerPoint de rigor cuando, ayyy, resulta que no logré hallar, tras horas de infructuosa búsqueda, ni un “dato duro” que diera cuenta de este deterioro. ¿Dónde está? ¿Cómo se ve? ¿Cómo se mide la caída en la calidad de la educación en Argentina?

De aquí en adelante, un resumen de esa data que logré recopilar en la búsqueda.

Atentí. Cualquier respuesta tentativa debe considerar que gran parte del deterioro del sistema educativo puede no corresponder a su propia dinámica, sino haber sido heredada por algún otra porción de la realidad social argentina. A modo de ejemplo, piénsese que si hay jóvenes que usan la escuela como un medio para garantizarse una comida diaria, eso no es una debilidad del sistema educativo, sino de los cambios en la estructura social. Misma conclusión puede sacarse, posiblemente, del aumento en la violencia estudiantil.

Vease, por ejemplo, el siguiente cuadro, extraído de acá. Un fenómenos persistente durante los últimos 40 años (que se interrumpe, como se ve en el gráfico más abajo, tras la crisis de la convertibilidad), es el incremento de la matrícula y de la tasa de escolaridad, que alcanza su máximo de 63.4% en 2001.

Cualquier explicación del deterioro durante este periodo debe considerar, simultáneamente, que hay un efecto positivo por la cantidad de personas que están estudiando. ¿Cuál es el resultado neto de un deterioro de la calidad si, por ejemplo, entre 1980 y 2001 se incorporaron 4 millones de alumnos al sistema educativo?
(Nota: Los números de ambas series no son estrictamente comparables. Todos los datos son de acá)

Ahora bien, tamaño incremento en la matricula tiene una consecuencia inmediata: debe aumentar sensiblemente la asignación presupuestaria al sistema educativo para lograr mantener el financiamiento por alumno. Cómo puede verse en el siguiente gráfico, eso exactamente parecería ser lo que sucedió.

Como puede verse, el persistente aumento del presupuesto educativo en los últimos 27 años, que pasa de 2.5% del PBI en 1980 (1.5% en 1982) a 4.5% en 2006 ha servido para mantener prácticamente constante el gasto medio por alumno, que, con excepción del sensible incremento de 2007 y los caóticos guarismos para 2002-2004 o 1991, no son distintos que los que se observaban a principios de los ochenta.
 Aunque no tengo series largas, no veo tampoco deterioro en algunos otros indicadores que pienso podrían servir. Se mantiene relativamente estable el número de docentes por alumno (el sistema pasa de 560.000 docentes en 1996 a 610.000 en 2007) e incluso aumenta la cantidad de horas cátedras por alumno un 39% de 0.42 a 0.58 (desconozco, confieso, si esta es una buena medida).
Un comportamiento particular se observa en el caso del abandono. Este indicador se mantiene estable durante los críticos años finales de la convertibilidad, en los cuales uno esperaría ver un aumento del abandono de jóvenes, trabajadores secundarios del hogar, que parten al mercado laboral en búsqueda de un ingreso adicional.

Este fenómeno se observa, sin embargo, a partir de 2003, donde, sospecho, la pauperización del salario real de los no registrados tras la crisis fuerza la deserción escolar. No es este, sin embargo, una debilidad que pueda achacarse al sistema educativo, sino a la fragilidad del mercado laboral.
Entonces acá estoy, peor que cuando empecé. Entiendo que la mentalidad de economista me sesga la búsqueda. Sin embargo, tras una larga jornada de búsqueda...nada, niet. Ni un solo indicador del deterioro. Insisto entonces ¿Dónde está? ¿Cómo se ve? ¿Cómo se mide la caída en la calidad de la educación en Argentina?

Atte. ELE

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